El siguiente es el formulario que corresponde a oficio de lectura de la liturgia de las horas para el día de ayer, lunes, 14 de julio de 2025. Otras celebraciones del día: SAN CAMILO DE LELIS, PRESBÍTERO .
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (S. Atanasio)
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
(Se repite la antífona)
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
(Se repite la antífona)
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
(Se repite la antífona)
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Que todos los pueblos alaben al Señor
Sabed que la salvación de Dios se envía los gentiles. (Hch 28,28)
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
(Se repite la antífona)
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
(Se repite la antífona)
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
(Se repite la antífona)
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
(Se repite la antífona)
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo. (S. Ireneo)
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
(Se repite la antífona)
—¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
(Se repite la antífona)
—El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
(Se repite la antífona)
—Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
(Se repite la antífona)
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
(Se repite la antífona)
—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
(Se repite la antífona)
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
(Se repite la antífona)
—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Dios de la tierra y del cielo,
que, por dejarlas más claras,
las grandes aguas separas,
pones un límite al cielo.
Tú que das cauce al riachuelo
y alzas la nube a la altura,
tú que, en cristal de frescura,
sueltas las aguas del río
sobre las tierras de estío,
sanando su quemadura,
danos tu gracia, piadoso,
para que el viejo pecado
no lleve al hombre engañado
a sucumbir a su acoso.
Hazlo en la fe luminoso,
alegre en la austeridad,
y hágalo tu claridad
salir de sus vanidades;
dale, Verdad de verdades,
el amor a tu verdad. Amén.
Antífona 1: Vendrá el Señor y no callará. (T. P. Aleluya).
Salmo 49
EL VERDADERO CULTO A DIOS
No he venido a abolir la ley, sino a darle plenitud (Mt 5, 17).
I
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece:
viene nuestro Dios, y no callará.
Lo precede fuego voraz,
lo rodea tempestad violenta.
Desde lo alto convoca cielo y tierra
para juzgar a su pueblo.
"Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio".
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar.
Antífona 2: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza. (T. P. Aleluya).
II
"Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
—yo Dios, tu Dios—.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños;
pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.
Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?
Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria".
Antífona 3: Quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos. (T. P. Aleluya).
III
Dios dice al pecador:
"¿por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?
Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño;
te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
Atención los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios".
Del segundo libro de Samuel 2, 1-11; 3, 1-5
DAVID ES UNGIDO EN HEBRÓN COMO REY DE JUDÁ
En aquellos días, consultó David al Señor:
«¿Debo subir a alguna de las ciudades de Judá?»
El Señor respondió:
«Sube.»
Preguntó David:
«¿A cuál subiré?»
Respondió el Señor:
«A Hebrón.»
Subió allí David con sus dos mujeres, Ajinoam de Yizreel y Abigaíl, la mujer de Nabal de
Carmelo. David hizo subir a los hombres que estaban con él, cada cual con su familia, y se
asentaron en las ciudades de Hebrón. Llegaron los hombres de Judá y ungieron allí a
David como rey sobre la casa de Judá.
Comunicaron a David que los hombres de Yabés de Galaad habían sepultado a Saúl, y
David envió mensajeros a los hombres de Yabés de Galaad para decirles:
«Benditos seáis del Señor por haber hecho esta misericordia con Saúl, vuestro señor,
dándole sepultura. Que el Señor sea con vosotros misericordioso y fiel. También yo os
trataré bien por haber hecho esto. Y ahora, tened fortaleza y sed valerosos, pues murió
Saúl, vuestro señor,
pero la casa de Judá me ha ungido a mí por rey suyo.»
Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, tomó a Isbaal, hijo de Saúl, y lo hizo pasar
a Majanáyim. Lo proclamó rey sobre Galaad, sobre los aseritas, sobre Yizreel, sobre Efraím
y Benjamín y sobre todo Israel. Cuarenta años tenía Isbaal, hijo de Saúl, cuando fue
proclamado rey; reinó dos años. Solamente la casa de Judá siguió a David. El número de
días que estuvo David en Hebrón como rey de la casa de Judá fue de siete años y seis
meses.
Se prolongó la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, pero David se iba
fortaleciendo, mientras que la casa de Saúl se debilitaba.
David tuvo hijos en Hebrón. Su primogénito Ammón, hijo de Ajinoam de Yizreel; el
segundo, Kilab, de Abigaíl, mujer de Nabal de Carmelo; el tercero, Absalón, hijo de Maaká,
la hija de Talmay, rey de Guesur; el cuarto, Adonías, hijo de Jagguit; el quinto, Sefatías,
hijo de Abital; el sexto, Yitream, de Eglá, mujer de David. Éstos le nacieron a David en
Hebrón.
R. No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, * hasta
que venga aquel a quien le está reservado, a quien rendirán homenaje las naciones.
V. A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, se inclinarán ante ti los hijos de tu padre.
R. Hasta que venga aquel a quien le está reservado, a quien rendirán homenaje las
naciones.
Del tratado de san Ambrosio, obispo, sobre los misterios
(Núms. 8-11: SC 25 bis, 158-160)
RENACEMOS DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU SANTO
¿Qué es lo que viste en el bautisterio? Agua, desde luego, pero no sólo agua; viste
también a los diáconos ejerciendo su ministerio, al obispo haciendo las preguntas de ritual
y santificando. El Apóstol te enseñó, lo primero de todo, que no hemos de fijarnos en lo
que se ve, sino en lo que no se ve; lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno.
Pues, como leemos en otro lugar, desde la creación del mundo, las perfecciones invisibles
de Dios, su poder eterno y su divinidad son visibles por sus obras. Por esto, dice el Señor
en persona: Aunque no me creáis a mí, creed a las obras. Cree, pues, que está allí
presente la divinidad. ¿Vas a creer en su actuación y no en su presencia? ¿De dónde
vendría esta actuación sin su previa presencia?
Considera también cuán antiguo sea este misterio, pues fue prefigurado en el mismo
origen del mundo. Ya en el principio, cuando hizo Dios el cielo y la tierra, el espíritu leemos-
se cernía sobre la faz de las aguas. Y si se cernía es porque obraba. El salmista
nos da a conocer esta actuación del espíritu en la creación del mundo, cuando dice: La
palabra del Señor hizo el cielo; el espíritu de su boca, sus ejércitos. Ambas cosas, esto es,
que se cernía y que actuaba, son atestiguadas por la palabra profética. Que se cernía, lo
afirma el autor del Génesis; que actuaba, el salmista.
Tenemos aún otro testimonio. Toda carne se había corrompido por sus iniquidades. Mi
espíritu no durará por siempre en el hombre -dijo Dios-, puesto que es de carne. Con las
cuales palabras demostró que la gracia espiritual era incompatible con la inmundicia carnal
y la mancha del pecado grave. Por esto, queriendo Dios reparar su obra, envió el diluvio y
mandó al justo Noé que subiera al arca. Cuando menguaron las aguas del diluvio, soltó
primero un cuervo, el cual no volvió, y después una paloma que, según leemos, volvió con
una rama de olivo. Ves cómo se menciona el agua, el leño, la paloma, ¿y aún dudas del
misterio?
En el agua es sumergida nuestra carne, para que quede borrado todo pecado carnal. En
ella quedan sepultadas todas nuestras malas acciones. En un leño fue clavado el Señor
Jesús, cuando sufrió por nosotros su pasión. En forma de paloma descendió el Espíritu
Santo, como has aprendido en el nuevo Testamento, el cual inspira en tu alma la paz, en
tu mente la calma.
R. Derramaré agua abundante sobre el suelo y torrentes en la tierra seca. * Derramaré mi
Espíritu y crecerán como álamos junto a las corrientes de agua.
V. El agua que yo le dé se convertirá en manantial, cuyas aguas brotan para comunicar
vida eterna.
R. Derramaré mi Espíritu y crecerán como álamos junto a las corrientes de agua.
Oremos:
Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan
volver al buen camino, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este
nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.