Oficio de Lectura - LUNES XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025

El siguiente es el formulario que corresponde a oficio de lectura de la liturgia de las horas para el día de ayer, lunes, 1 de septiembre de 2025.

Invitatorio

Notas

  • Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:

    Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
  • El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.
  • Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una sola vez al inicio del salmo. Por lo tanto, no es necesario repetirla al final de cada estrofa.

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antifona: Aclamemos al Señor con cantos.

  • Salmo 94
  • Salmo 99
  • Salmo 66
  • Salmo 23

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Alegría de los que entran en el templo

El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

(Se repite la antífona)

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

(Se repite la antífona)

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

(Se repite la antífona)

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Que todos los pueblos alaben al Señor

Sabed que la salvación de Dios se envía los gentiles. (Hch 28,28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

(Se repite la antífona)

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

(Se repite la antífona)

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

(Se repite la antífona)

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

(Se repite la antífona)

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo. (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

(Se repite la antífona)

—¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

(Se repite la antífona)

—El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

(Se repite la antífona)

—Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

(Se repite la antífona)

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

(Se repite la antífona)

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Oficio de Lectura

Notas

  • Si el Oficio de lectura se reza antes de Laudes, se empieza con el Invitatorio, como se indica al comienzo. Pero si antes se ha rezado ya alguna otra Hora del Oficio, se comienza con la invocación mostrada en este formulario.
  • Cuando el Oficio de lectura forma parte de la celebración de una vigilia dominical o festiva prolongada (Principios y normas generales de la Liturgia de las Horas, núm. 73), antes del himno Te Deum se dicen los cánticos correspondientes y se proclama el evangelio propio de la vigilia dominical o festiva, tal como se indica en Vigilias.
  • Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Si el Oficio de lectura se dice inmediatamente antes de otra Hora del Oficio, puede decirse como himno del Oficio de lectura el himno propio de esa otra Hora; luego, al final del Oficio de lectura, se omite la oración y la conclusión y se pasa directamente a la salmodia de la otra Hora, omitiendo su versículo introductorio y el Gloria al Padre, etc.
  • Cada día hay dos lecturas, la primera bíblica y la segunda hagiográfica, patrística o de escritores eclesiásticos.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

  • Himno 1

En el principio, tu Palabra.
Antes que el sol ardiera,
antes del mar y las montañas,
antes de las constelaciones,
nos amó tu Palabra.
Desde tu seno, Padre,
era sonrisa su mirada,
era ternura su sonrisa,
era calor de brasa.
En el principio, tu Palabra.
Todo se hizo de nuevo,
todo salió sin mancha,
desde el arrullo del río
hasta el rocío y la escarcha;
nuevo el canto de los pájaros,
porque habló tu Palabra.
Y nos sigues hablando todo el día,
aunque matemos la mañana
y desperdiciemos la tarde,
y asesinemos la alborada.
Como una espada de fuego,
en el principio, tu Palabra.
Llénanos de tu presencia, Padre;
Espíritu, satúranos de tu fragancia;
danos palabras para responderte,
Hijo, eterna Palabra. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Inclina tu oído hacia mí, Señor, y ven a salvarme.

Salmo 30, 2-17. 20-25

SÚPLICA CONFIADA DE UN AFLIGIDO

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23, 46).

I

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tú aborreces a los que veneran ídolos inertes,
pero yo confío en el Señor,
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción,
velas por mi vida en peligro;
no me has entregado en manos del enemigo,
has puesto mis pies en un camino ancho.

Antífona 2: Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo. (T. P. Aleluya).

II

Piedad, Señor, que estoy en peligro:
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entrañas.
Mi vida se gasta en el dolor;
mis años, en los gemidos;
mi vigor decae con las penas,
mis huesos se consumen.
Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos:
me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.
Oigo las burlas de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida.
Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano está mi destino:
líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.

Antífona 3: Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia. (T. P. Aleluya).

III

¡Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos!
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras.
Bendito el Señor, que ha hecho por mí
prodigios de misericordia
en la ciudad amurallada.
Yo decía en mi ansiedad:
«Me has arrojado de tu vista»;
pero tú escuchaste mi voz suplicante
cuando yo te gritaba.
Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces.
Sed fuertes y valientes de corazón
los que esperáis en el Señor.

Lecturas

Primera Lectura


Comienza el libro del profeta Amós 1, 1-2, 3

SENTENCIAS DEL SEÑOR SOBRE LAS NACIONES

Palabras de Amós, uno de los pastores de Técoa. Visión acerca de Israel, durante los
reinados de Ozías, rey de Judá, y de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes
del terremoto.
Dijo el profeta:
«El Señor ruge desde Sión, alza la voz desde Jerusalén, y se marchitan los pastizales de
los pastores, se seca la cumbre del Carmelo.
Así dice el Señor: "A Damasco, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque
trilló a Galaad con trillos de hierro. Enviaré fuego a la dinastía de Jazael, que devorará los
palacios de Benadad. Romperé los cerrojos de Damasco, aniquilaré a los habitantes del
Valle de Vanidad, al que lleva el cetro en la Casa de las Delicias, y el pueblo de Siria irá
desterrado a Quir." -Lo ha dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Gaza, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque
hicieron prisioneros en masa y los vendieron a Edom. Enviaré fuego a las murallas de
Gaza, que devorará sus palacios. Aniquilaré a los habitantes de Asdod, al que lleva el cetro
en Ascalón, tenderé mi mano contra Acarón, perecerá el resto de los filisteos." -Lo ha
dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Tiro, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque
vendió innumerables prisioneros a Edom, no recordó la alianza con sus hermanos. Enviaré
fuego a las murallas de Tiro, que devorará sus palacios."
Así dice el Señor: "A Edom, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque
persiguió con la espada a su hermano, ahogó la compasión, mantuvo siempre el rencor,
conservó siempre la cólera. Enviaré fuego a Temán, que devorará los palacios de Bosra."
Así dice el Señor: "A Ammón, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Porque
abrieron en canal a las preñadas de Galaad, para ensanchar su propio territorio.
Encenderé un fuego devorador en la muralla de Rabbá, que devorará sus palacios, entre
los alaridos del día de la batalla y el torbellino del día de la tormenta. Su rey marchará al
destierro en persona, junto con sus príncipes." -Lo ha dicho el Señor-.
Así dice el Señor: "A Moab, por tres pecados y por cuatro, no le perdonaré. Por haber
quemado los huesos del rey de Edom, hasta calcinarlos. Enviaré fuego a Moab, que
devorará los palacios de Queriot. Moab morirá en el tumulto bélico, entre los alaridos y el
son de la trompeta. Aniquilaré en medio de ella a sus gobernantes, mataré a sus
príncipes." -Lo ha dicho el Señor-.»

Responsorio Sal 9, S. 9; Am 1, 2

R. Dios está sentado por siempre en el trono que ha colocado para juzgar. * Él juzgará el
orbe con justicia y regirá las naciones con rectitud.
V. El Señor hace oír su trueno desde Sión, alza la voz desde Jerusalén.
R. Él juzgará el orbe con justicia y regirá las naciones con rectitud.

Segunda Lectura

Del libro de la Imitación de Cristo
(Libro 3; cap. 3)

YO INSTRUÍ A MIS PROFETAS

Escucha, hijo mío, mis palabras, palabras suavísimas, que trascienden toda la ciencia de
los filósofos y letrados de este mundo.
Mis palabras son espíritu y son vida, y no se pueden ponderar partiendo del criterio
humano.
No deben usarse con miras a satisfacer la vana complacencia, sino oírse en silencio, y
han de recibirse con humildad y gran afecto del corazón.
Y dije: Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu ley, dándole descanso
tras los años duros, para que no viva desolado aquí en la tierra.
Yo -dice el Señor-instruí a los profetas desde antiguo, y no ceso de hablar a todos
hasta hoy; pero muchos se hacen sordos a mi palabra y se endurecen en su corazón.
Los más oyen de mejor grado al mundo que a Dios, y más fácilmente siguen las
apetencias de la carne que el beneplácito divino.
Ofrece el mundo cosas temporales y efímeras, y, con todo, se le sirve con ardor. Yo
prometo lo sumo y eterno, y los corazones de los hombres languidecen presa de la inercia.
¿Quién me sirve y obedece a mí con tanto empeño y diligencia como se sirve al mundo
y a sus dueños?
Sonrójate, pues, siervo indolente y quejumbroso, de que aquéllos sean más solícitos
para la perdición que tú para la vida.
Más se gozan ellos en la vanidad que tú en la verdad. Y, ciertamente, a veces quedan
fallidas sus esperanzas; en cambio, mi promesa a nadie engaña ni deja frustrado al que
funda su confianza en mí.

Yo daré lo que tengo prometido, lo que he dicho lo cumpliré. Pero a condición de que
mi siervo se mantenga fiel hasta el fin.
Yo soy el remunerador de todos los buenos, así como el fuerte que somete a prueba a
todos los que llevan una vida de intimidad conmigo.
Graba mis palabras en tu corazón y medítalas una y otra vez con diligencia, porque
tendrás gran necesidad de ellas en el momento de la tentación.
Lo que no entiendas cuando leas lo comprenderás el día de mi visita. Porque de dos
medios suelo usar para visitar a mis elegidos: la tentación y la consolación.
Y dos lecciones les doy todos los días: una consiste en reprender sus vicios, otra en
exhortarles a progresar en la adquisición de las virtudes.
El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue en el último día.

Responsorio Pr 23, 26; 1, 9; 5, 1

R. Hijo mío, haz caso, acepta de buena gana mi camino, *pues será hermosa diadema en
tu cabeza.
V. Hijo mío, haz caso de mi sabiduría, presta oído a mi inteligencia.
R. Pues será hermosa diadema en tu cabeza.

Oración

Oremos:

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor
de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en
nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

Conclusión

Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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