Oficio de Lectura - MIÉRCOLES XIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025

El siguiente es el formulario que corresponde a oficio de lectura de la liturgia de las horas para el día de ayer, miércoles, 9 de julio de 2025. Otras celebraciones del día: SAN AGUSTÍN ZHAO RONG, PRESBÍTERO, Y COMPAÑEROS, MÁRTIRES .

Invitatorio

Notas

  • Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:

    Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
  • El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.
  • Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una sola vez al inicio del salmo. Por lo tanto, no es necesario repetirla al final de cada estrofa.

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antifona: Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría.

  • Salmo 94
  • Salmo 99
  • Salmo 66
  • Salmo 23

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Alegría de los que entran en el templo

El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

(Se repite la antífona)

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

(Se repite la antífona)

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

(Se repite la antífona)

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Que todos los pueblos alaben al Señor

Sabed que la salvación de Dios se envía los gentiles. (Hch 28,28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

(Se repite la antífona)

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

(Se repite la antífona)

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

(Se repite la antífona)

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

(Se repite la antífona)

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo. (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

(Se repite la antífona)

—¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

(Se repite la antífona)

—El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

(Se repite la antífona)

—Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

(Se repite la antífona)

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

(Se repite la antífona)

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Oficio de Lectura

Notas

  • Si el Oficio de lectura se reza antes de Laudes, se empieza con el Invitatorio, como se indica al comienzo. Pero si antes se ha rezado ya alguna otra Hora del Oficio, se comienza con la invocación mostrada en este formulario.
  • Cuando el Oficio de lectura forma parte de la celebración de una vigilia dominical o festiva prolongada (Principios y normas generales de la Liturgia de las Horas, núm. 73), antes del himno Te Deum se dicen los cánticos correspondientes y se proclama el evangelio propio de la vigilia dominical o festiva, tal como se indica en Vigilias.
  • Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Si el Oficio de lectura se dice inmediatamente antes de otra Hora del Oficio, puede decirse como himno del Oficio de lectura el himno propio de esa otra Hora; luego, al final del Oficio de lectura, se omite la oración y la conclusión y se pasa directamente a la salmodia de la otra Hora, omitiendo su versículo introductorio y el Gloria al Padre, etc.
  • Cada día hay dos lecturas, la primera bíblica y la segunda hagiográfica, patrística o de escritores eclesiásticos.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

  • Himno 1

Pues busco, debo encontrar;
pues llamo, débenme abrir;
pues pido, me deben dar;
pues amo, débeme amar
aquel que me hizo vivir.
¿Calla? Un día me hablará.
¿Pasa? No lejos irá.
¿Me pone a prueba? Soy fiel.
¿Pasa? No lejos irá:
pues tiene alas mi alma, y va
volando detrás de él.
Es poderoso, mas no
podrá mi amor esquivar;
invisible se volvió,
mas ojos de lince yo
tengo y le habré de mirar.
Alma, sigue hasta el final
en pos del Bien de los bienes,
y consuélate en tu mal
pensando con fe total:
¿Le buscas? ¡Es que lo tienes! Amén.

Salmodia

Antífona 1: También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.

Salmo 38

SÚPLICA DE UN ENFERMO

La creación fue sometida a la frustración..., pero con la esperanza de verse liberada (Rm 8, 20).

I

Yo me dije: "vigilaré mi proceder,
para que no se me vaya la lengua;
pondré una mordaza a mi boca
mientras el impío esté presente".
Guardé silencio resignado,
no hablé con ligereza;
pero mi herida empeoró,
y el corazón me ardía por dentro;
pensándolo me requemaba,
hasta que solté la lengua.
"Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis años,
para que comprenda lo caduco que soy".
Me concediste un palmo de vida,
mis días son nada ante ti;
el hombre no dura más que un soplo,
el hombre pasa como una sombra,
por un soplo se afana,
atesora sin saber para quién.

Antífona 2: Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.

II

Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Tú eres mi confianza.
Líbrame de mis iniquidades,
no me hagas la burla de los necios.
Enmudezco, no abro la boca,
porque eres tú quien lo ha hecho.
Aparta de mí tus golpes,
que el ímpetu de tu mano me acaba.
Escarmientas al hombre
castigando su culpa;
como una polilla roes sus tesoros;
el hombre no es más que un soplo.
Escucha, Señor, mi oración,
haz caso de mis gritos,
no seas sordo a mi llanto;
porque yo soy huésped tuyo,
forastero como todos mis padres.
Aplácate, dame respiro,
antes de que pase y no exista.

Antífona 3: Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás. (T. P. Aleluya).

Salmo 51

CONTRA LA VIOLENCIA DE LOS CALUMNIADORES

El que se gloría, que se gloríe en el Señor (1 Cor 1, 31).

¿Por qué te glorías de la maldad
y te envalentonas contra el piadoso?
Estás todo el día maquinando injusticias,
tu lengua es navaja afilada,
autor de fraudes;
prefieres el mal al bien,
la mentira a la honradez;
prefieres las palabras corrosivas,
lengua embustera.
Pues Dios te destruirá para siempre,
te abatirá y te barrerá de tu tienda;
arrancará tus raíces
del suelo vital.
Lo verán los justos, y temerán,
y se reirán de él:
"mirad al valiente
que no puso en Dios su apoyo,
confió en sus muchas riquezas,
se insolentó en sus crímenes".
Pero yo, como verde olivo,
en la casa de Dios,
confío en la misericordia de Dios
por siempre jamás.
Te daré siempre gracias
porque has actuado;
proclamaré delante de tus fieles:
"Tu nombre es bueno".

Lecturas

Primera Lectura

Del primer libro de Samuel 21, 1-9; 22, 1-5

FUGA DE DAVID

En aquellos días, llegó David a Nob, donde estaba el sacerdote Ajimélec; vino Ajimélec
temblando al encuentro de David y le preguntó:
«¿Por qué vienes solo y no hay nadie contigo?»
Respondió David al sacerdote Ajimélec: «El rey me ha dado una orden y me ha dicho:
"Que nadie sepa el asunto a que te mando y lo que te ordeno." A los muchachos los he
citado en tal lugar. Así, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes o lo que haya.»
Respondió el sacerdote a David:
«No tengo a mano pan ordinario, no hay más que pan consagrado; si es que tus
hombres se han abstenido al menos del trato con mujer.»
Respondió David al sacerdote:
«Ciertamente que nos hemos abstenido de mujer, como siempre que salgo a campaña,
y los cuerpos de los muchachos están puros; aunque es un viaje profano, cierto que hoy
sus cuerpos están puros.»
Entonces el sacerdote le dio panes consagrados, porque no había allí otro pan sino el
pan de la presencia, el retirado de delante del Señor para colocar pan reciente el día que
tocaba retirarlo.
Estaba allí aquel día uno de los servidores de Saúl, detenido ante el Señor; se llamaba
Doeg, edomita, jefe de los corredores de Saúl.

Dijo David a Ajimélec:
«¿No tienes aquí a mano una lanza o una espada? Porque ni siquiera he cogido mi
espada, ni mis armas, pues urgía la orden del rey.»
Respondió el sacerdote:
«Ahí está la espada de Goliat, el filisteo que mataste en el valle del Terebinto, envuelta
en un paño detrás del efod; si la quieres, tómala; fuera de ésta, no hay otra.»
Dijo David:
«Ninguna mejor que ella. Dámela.»
David partió de allí y se refugió en la caverna de Adul-lam. Lo supieron sus hermanos y
toda la casa de su padre, y bajaron allí, junto a él. Todo el que se encontraba en apuro,
todos los que tenían acreedores y los desesperados se unieron a él, y fue jefe de ellos.
Había con él unos cuatrocientos hombres.
De allí se fue David a Mispé de Moab, y dijo al rey de Moab:
«Permite que mi padre y mi madre se queden con vosotros hasta que yo sepa qué va a
hacer Dios conmigo.»
Los dejó con el rey de Moab, y se quedaron con él todo el tiempo que David estuvo en
el refugio.
El profeta Gad dijo a David:
«No te quedes en el refugio. Vete y penetra en las tierras de Judá.»
Partió, pues, David, y entró en el bosque de Jéret.

Responsorio Rm 7, 6; Mc 2, 2-5. 26

R. Nos hemos desprendido de la ley, muriendo para aquello en que estábamos presos; *
sirvamos a Dios en la novedad del espíritu y no en la vejez de la letra.
V. ¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre: cómo entró en la casa de Dios
y comió de los panes de la proposición?
R. Sirvamos a Dios en la novedad del espíritu y no en la vejez de la letra.

Segunda Lectura

Del antiguo opúsculo denominado Doctrina de los doce
(Cap. 9, 1-10. 6; 14, 1-3: Funk 2, 14-22. 26)

ACERCA DE LA EUCARISTÍA

Respecto a la acción de gracias, lo haréis de esta manera: Primeramente sobre el cáliz:
"Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, la que nos diste
a conocer por medio de tu siervo Jesús. A ti sea la gloria por los siglos."
Luego sobre el pan partido:
"Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos manifestaste
por medio de tu siervo Jesús. A ti sea la gloria por los siglos. Como este pan estaba
disperso por los montes y después, al ser reunido, se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia
de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo
eternamente."
Pero que de vuestra acción de gracias coman y beban sólo los bautizados en el nombre
del Señor, pues acerca de ello dijo el Señor: No deis lo santo a los perros.
Después de saciaros, daréis gracias de esta manera:
"Te damos gracias, Padre santo, por tu santo nombre, que hiciste morar en nuestros
corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por
medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos. Tú, Señor omnipotente, creaste
todas las cosas por causa de tu nombre y diste a los hombres comida y bebida para que
disfrutaran de ellas. Pero, además, nos has proporcionado una comida y bebida espiritual
y una vida eterna por medio de tu Siervo. Ante todo, te damos gracias porque eres
poderoso. A ti sea la gloria por los siglos.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor,
y congrégala de los cuatro vientos, ya santificada, en el reino que has preparado para ella.
Porque tuyo es el poder y la gloria por siempre.
Que venga tu gracia y que pase este mundo. ¡Hosanna al Dios de David! El que sea
santo, que se acerque. El que no lo sea, que se arrepienta. Marana tha. Amén."
Reunidos cada Domingo, partid el pan y dad gracias, después de haber confesado
vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.
Pero todo aquel que tenga alguna contienda con su compañero, no se reúna con
vosotros, sin antes haber hecho la reconciliación, a fin de que no se profane vuestro
sacrificio. Porque éste es el sacrificio del que dijo el Señor: En todo lugar y en todo tiempo
se me ofrecerá un sacrificio puro, porque yo soy rey grande, dice el Señor, y mi nombre es
admirable entre las naciones.

Responsorio 1 Co 10, 16-17

R. El cáliz bendito que consagramos es la comunión de la sangre de Cristo; * y el pan que
partimos es la comunión del cuerpo del Señor.
V. Puesto que es un solo pan, somos todos un solo cuerpo; ya que todos participamos de
ese único pan.
R. Y el pan que partimos es la comunión del cuerpo del Señor.

Oración

Oremos:

Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída,
concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido liberados de la
esclavitud del pecado alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

Conclusión

Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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