Oficio de Lectura - 23 DE DICIEMBRE 2025

El siguiente es el formulario que corresponde a oficio de lectura de la liturgia de las horas para el día de hoy, martes, 23 de diciembre de 2025. Otras celebraciones del día: San Juan de Kety, presbítero .

Invitatorio

Notas

  • Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:

    Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
  • El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.
  • Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una sola vez al inicio del salmo. Por lo tanto, no es necesario repetirla al final de cada estrofa.

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antifona: El Señor está cerca, venid, adorémosle.

  • Salmo 94
  • Salmo 99
  • Salmo 66
  • Salmo 23

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Alegría de los que entran en el templo

El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

(Se repite la antífona)

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

(Se repite la antífona)

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

(Se repite la antífona)

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Que todos los pueblos alaben al Señor

Sabed que la salvación de Dios se envía los gentiles. (Hch 28,28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

(Se repite la antífona)

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

(Se repite la antífona)

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

(Se repite la antífona)

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

(Se repite la antífona)

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo. (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

(Se repite la antífona)

—¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

(Se repite la antífona)

—El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

(Se repite la antífona)

—Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

(Se repite la antífona)

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

(Se repite la antífona)

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Oficio de Lectura

Notas

  • Si el Oficio de lectura se reza antes de Laudes, se empieza con el Invitatorio, como se indica al comienzo. Pero si antes se ha rezado ya alguna otra Hora del Oficio, se comienza con la invocación mostrada en este formulario.
  • Cuando el Oficio de lectura forma parte de la celebración de una vigilia dominical o festiva prolongada (Principios y normas generales de la Liturgia de las Horas, núm. 73), antes del himno Te Deum se dicen los cánticos correspondientes y se proclama el evangelio propio de la vigilia dominical o festiva, tal como se indica en Vigilias.
  • Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Si el Oficio de lectura se dice inmediatamente antes de otra Hora del Oficio, puede decirse como himno del Oficio de lectura el himno propio de esa otra Hora; luego, al final del Oficio de lectura, se omite la oración y la conclusión y se pasa directamente a la salmodia de la otra Hora, omitiendo su versículo introductorio y el Gloria al Padre, etc.
  • Cada día hay dos lecturas, la primera bíblica y la segunda hagiográfica, patrística o de escritores eclesiásticos.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

  • Himno 1

La pena que la tierra soportaba
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso,
en labios de María pronunciado.

El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno de los cielos
con nuestra débil carne se desposa.

Misterio que sólo la fe alcanza,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en presencia misteriosa.

A Dios sea la gloria eternamente,
y al Hijo suyo amado, Jesucristo,
el que quiso nacer para nosotros
y darnos su Espíritu divino. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

Salmo 101

DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO

Dios nos consuela en todas nuestras luchas (2 Cor 1, 4).

I

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mi;
cuando te invoco, escúchame en seguida.
Que mis días se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas;
mi corazón está agostado como hierba,
me olvido de comer mi pan;
con la violencia de mis quejidos,
se me pega la piel a los huesos.
Estoy como lechuza en la estepa,
como búho entre ruinas;
estoy desvelado, gimiendo,
como pájaro sin pareja en el tejado.
Mis enemigos me insultan sin descanso;
furiosos contra mí, me maldicen.
En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto,
por tu cólera y tu indignación,
porque me alzaste en vilo y me tiraste;
mis días son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba.

Antífona 2: Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

II

Tú, en cambio, permaneces para siempre,
y tu nombre de generación en generación.
Levántate y ten misericordia de Sión,
que ya es hora y tiempo de misericordia.
Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas,
los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones,
quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.
Para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor.

Antífona 3: Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos. (T. P. Aleluya).

III

Él agotó mis fuerzas en el camino,
acortó mis días;
y yo dije: "Dios mío, no me arrebates
en la mitad de mis días".
Tus años duran por todas las generaciones:
al principio cimentaste la tierra,
y el cielo es obra de tus manos.
Ellos perecerán, tú permaneces,
se gastarán como la ropa,
serán como un vestido que se muda.
Tú, en cambio, eres siempre el mismo,
tus años no se acabarán.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.

Versículo

V. Derrama, Señor, tu misericordia sobre nosotros.
R. Danos tu salvación, según tu promesa.

Lecturas

Primera Lectura

Del libro del profeta Isaías 43, 18-28

RENOVACIÓN DE ISRAEL

Esto dice el Señor:
¿No os acordáis de lo pasado, ni caéis en la cuenta de lo antiguo? Pues bien, he aquí
que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconocéis?
Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo. Las bestias del campo me darán
gloria, los chacales y las avestruces, pues pondré agua en el desierto (y ríos en la soledad)
para dar de beber a mi pueblo elegido. El pueblo que yo me he formado contará mis
alabanzas.
Tú no me has invocado, Jacob, porque te has fatigado de mí, Israel. No me has traído
tus ovejas en holocausto ni me has honrado con tus sacrificios. No te obligué yo a
servirme con oblación ni te he fatigado a causa del incienso. No me has comprado cañas
con dinero ni con la grasa de tus sacrificios me has saciado; hasta me has convertido en
siervo con tus pecados, y me has cansado con tus iniquidades.
Era yo, yo mismo el que tenía que limpiar tus rebeldías por amor de mí y no recordar
tus pecados. Házmelo recordar y vayamos a juicio juntos, haz tú mismo el recuento para
justificarte.
Pecó tu primer padre y tus intérpretes se rebelaron contra mí. Destituía los príncipes de
mi santuario; por eso entregué a Jacob al anatema y a Israel a los ultrajes.

Responsorio Is 43, 19. 25; Jn 1, 29

R. Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? * Yo, yo era quien por
mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.
V. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
R. Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.

Segunda Lectura

Del Tratado de san Hipólito, presbítero, contra la herejía de Noeto
(Caps. 9-12: PG 10, 815-819)

MANIFESTACIÓN DEL MISTERIO ESCONDIDO

Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través de las Escrituras
santas: Por ello debemos esforzarnos por penetrar en todas las cosas que nos anuncian
las divinas Escrituras y procurar profundizar en lo que nos enseñan. Debemos conocer al
Padre como él desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea que lo
glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el Padre desea dárnoslo. En todo
debemos proceder no según nuestro arbitrio ni según nuestros propios sentimientos ni
haciendo violencia a tos deseos de Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos
ha dado a conocer en las santas Escrituras.

Cuando sólo existía Dios y nada había aún que coexistiera con él, el Señor quiso crear
al mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad y por su palabra; y el mundo llegó a
la existencia tal como él lo quiso y cuando él lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al
principio, nada coexistía con Dios, nada había fuera de él. Pero Dios siendo único, era
también múltiple. Porque con él estaba su sabiduría, su razón, su poder y su consejo; todo
esto estaba en él, y él era todas estas cosas. Y, cuando quiso y como quiso, y en el tiempo
por él mismo predeterminado, manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas
todas las cosas.
Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera invisible para el
mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra se hizo entonces visible; así, de la
luz que es el Padre salió la luz que es el Hijo, y la imagen del Señor fue como reproducida
en el ser de la criatura; de esta manera el que al principio era sólo visible para el Padre
empezó a ser visible también para el mundo, para que éste, al contemplarlo, pudiera
alcanzar la salvación.
El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso aparecer como
hijo de Dios; pues, en efecto, todas las cosas fueron hechas por el Hijo, pero él es
engendrado únicamente por el Padre.
Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar bajo la moción del Espíritu
Santo, para que, habiendo recibido la inspiración del poder del Padre, anunciaran su
consejo y su voluntad.
La Palabra, pues, se hizo visible, como dice san Juan. Y repitió en síntesis todo lo que
dijeron los profetas, demostrando así que es realmente la Palabra por quien fueron hechas
todas las cosas. Dice: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo
que se ha hecho. Y más adelante: El mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la
conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Responsorio Cf. Is 9, 6. 7; Jn 1, 4

R. Nos nacerá un niño y será llamado «Dios poderoso» * se sentará sobre el trono de
David, su padre, y grande será su poder: llevará sobre sus hombros el señorío.
V. Él era la fuente de vida, y esta vida era la luz para los hombres.
R. Se sentará sobre el trono de David, su padre, y grande será su poder: llevará sobre sus
hombros el señorío.

Oración

Oremos:

Dios todopoderoso y eterno, al acercarnos a las fiestas de Navidad, te pedimos que tu
Hijo, que se encarnó en las entrañas de la Virgen María y quiso vivir entre nosotros, nos
haga partícipes de la abundancia de su misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

Conclusión

Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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