Oficio de Lectura - SÁBADO XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025

El siguiente es el formulario que corresponde a oficio de lectura de la liturgia de las horas para el día de mañana, sábado, 22 de noviembre de 2025.

Invitatorio

Notas

  • Si el Oficio ha de ser rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:

    Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
  • El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.
  • Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una sola vez al inicio del salmo. Por lo tanto, no es necesario repetirla al final de cada estrofa.

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Antifona: Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.

  • Salmo 94
  • Salmo 99
  • Salmo 66
  • Salmo 23

Invitación a la alabanza divina

Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

(Se repite la antífona)

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

(Se repite la antífona)

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

(Se repite la antífona)

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

(Se repite la antífona)

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Alegría de los que entran en el templo

El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (S. Atanasio)

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.

(Se repite la antífona)

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

(Se repite la antífona)

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

(Se repite la antífona)

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Que todos los pueblos alaben al Señor

Sabed que la salvación de Dios se envía los gentiles. (Hch 28,28)

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

(Se repite la antífona)

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

(Se repite la antífona)

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.

(Se repite la antífona)

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

(Se repite la antífona)

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Entrada solemne de Dios en su templo

Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo. (S. Ireneo)

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

(Se repite la antífona)

—¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?

(Se repite la antífona)

—El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.

(Se repite la antífona)

—Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

(Se repite la antífona)

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.

(Se repite la antífona)

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.

(Se repite la antífona)

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

(Se repite la antífona)

Oficio de Lectura

Notas

  • Si el Oficio de lectura se reza antes de Laudes, se empieza con el Invitatorio, como se indica al comienzo. Pero si antes se ha rezado ya alguna otra Hora del Oficio, se comienza con la invocación mostrada en este formulario.
  • Cuando el Oficio de lectura forma parte de la celebración de una vigilia dominical o festiva prolongada (Principios y normas generales de la Liturgia de las Horas, núm. 73), antes del himno Te Deum se dicen los cánticos correspondientes y se proclama el evangelio propio de la vigilia dominical o festiva, tal como se indica en Vigilias.
  • Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.
  • Si el Oficio de lectura se dice inmediatamente antes de otra Hora del Oficio, puede decirse como himno del Oficio de lectura el himno propio de esa otra Hora; luego, al final del Oficio de lectura, se omite la oración y la conclusión y se pasa directamente a la salmodia de la otra Hora, omitiendo su versículo introductorio y el Gloria al Padre, etc.
  • Cada día hay dos lecturas, la primera bíblica y la segunda hagiográfica, patrística o de escritores eclesiásticos.

Invocación

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

  • Himno 1

Señor, tú que llamaste
del fondo del no ser todos los seres,
prodigios del cincel de tu palabra,
imágenes de ti resplandecientes.
Señor, tú que creaste
la bella nave azul en que navegan
los hijos de los hombres, entre espacios
repletos de misterio y luz de estrellas.
Señor, tú que nos diste
la inmensa dignidad de ser tus hijos,
no dejes que el pecado y que la muerte
destruyan en el hombre el ser divino.
Señor, tú que salvaste
al hombre de caer en el vacío,
recréanos de nuevo en tu Palabra
y llámanos de nuevo al paraíso.
Oh Padre, tú que enviaste
al mundo de los hombres a tu Hijo,
no dejes que se apague en nuestras almas
la luz esplendorosa de tu Espíritu. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Cantad al Señor y meditad sus maravillas. (T. P. Aleluya).

Salmo 104

LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN REALIZA LAS PROMESAS HECHAS POR DIOS A ABRAHÁN

Los apóstoles revelan a las naciones las maravillas realizadas por Dios en su venida (S. Atanasio).

I

Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas,
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac,
confirmado como ley para Jacob,
como alianza eterna para Israel:
"A ti te daré el país cananeo,
como lote de vuestra heredad".
Cuando eran unos pocos mortales,
contados, y forasteros en el país,
cuando erraban de pueblo en pueblo,
de un reino a otra nación,
a nadie permitió que los molestase,
y por ellos castigó a reyes:
"No toquéis a mis ungidos,
no hagáis mal a mis profetas".

Antífona 2: No abandonó al justo vendido, sino que lo libró de sus calumniadores. (T. P. Aleluya).

II

Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo;
le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó.
El rey lo mandó desatar,
el Señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones,
para que a su gusto instruyera a los príncipes
y enseñase sabiduría a los ancianos.

Antífona 3: Se acordó el Señor de su palabra y sacó a su pueblo con alegría. (T. P. Aleluya).

III

Entonces Israel entró en Egipto,
Jacob se hospedó en la tierra de Cam.
Dios hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos.
A éstos les cambió el corazón
para que odiasen a su pueblo,
y usaran malas artes con sus siervos.
Pero envió a Moisés, su siervo,
y a Aarón, su escogido,
que hicieron contra ellos sus signos,
prodigios en la tierra de Cam.
Envió la oscuridad, y oscureció,
pero ellos resistieron a sus palabras;
convirtió sus aguas en sangre,
y dio muerte a sus peces;
su tierra pululaba de ranas,
hasta en la alcoba del rey.
Ordenó que vinieran tábanos
y mosquitos por todo el territorio;
les dio en vez de lluvia granizo,
llamas de fuego por su tierra;
e hirió higueras y viñas,
tronchó los árboles del país.
Ordenó que viniera la langosta,
saltamontes innumerables,
que roían la hierba de su tierra,
y devoraron los frutos de sus campos.
Hirió de muerte a los primogénitos del país,
primicias de su virilidad.
Sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y entre sus tribus nadie tropezaba;
los egipcios se alegraban de su marcha,
porque los había sobrecogido el terror.
Tendió una nube que los cubriese,
y un fuego que los alumbrase de noche.
Lo pidieron, y envió codornices,
los sació con pan del cielo;
hendió la peña, y brotaron las aguas,
que corrieron en ríos por el desierto.
Porque se acordaba de la palabra sagrada,
que había dado a su siervo Abrahán,
sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con gritos de triunfo.
Les asignó las tierras de los gentiles,
y poseyeron las haciendas de las naciones:
para que guarden sus decretos,
y cumplan su ley.

Lecturas

Primera Lectura

Del libro del profeta Ezequiel 34, 1-6. 11-16. 23-31

ISRAEL ES REBAÑO DEL SEÑOR

En aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:
«Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, diciéndoles: "¡Pastores!, esto
dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las
ovejas lo que tienen que apacentar los pastores? Os bebéis su leche, os vestís con su
lana; y matáis a las mejor alimentadas, pero no apacentáis las ovejas. No fortalecéis a las
débiles, ni curáis a las enfermas, ni vendáis a las heridas; no recogéis las descarriadas ni
buscáis a las perdidas, y las habéis dominado con crueldad y violencia. Al no tener pastor,
se desperdigaron y fueron pasto de las fieras del campo. Mis ovejas se desperdigaron y
vagaron sin rumbo por los montes y collados; mis ovejas se dispersaron por toda la tierra,
sin que nadie las cuidase y saliese en su busca."
Así dice el Señor: Yo mismo en persona buscaré mis ovejas, siguiendo su rastro. Como
sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el
rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se
dispersaron en un día de oscuridad y nubarrones. Las sacaré de entre los pueblos, las
congregaré de entre las naciones, las traeré a su tierra, las apacentaré en los montes de
Israel, en las cañadas y en los poblados del país. Las apacentaré en ricos pastizales,
tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel; se recostarán en fértiles campos y
pastarán pastos jugosos en los montes de Israel.

Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a reposar -oráculo del Señor-. Buscaré
las ovejas perdidas, recogeré las descarriadas; vendaré a las heridas, curaré a las
enfermas; cuidaré de las fuertes y robustas, y las apacentaré como es debido.
Les daré un pastor único que las pastoree: mi siervo David; él las apacentará, él será su
pastor. Yo, el Señor, seré su Dios y mi siervo David será príncipe en medio de ellos. Yo, el
Señor, lo he dicho. Haré con ellos alianza de paz: exterminaré del país a las bestias
feroces; acamparán seguros en el desierto, dormirán en los bosques. Yo los asentaré
alrededor de mi colina, enviaré las lluvias a su tiempo, lluvias de bendición. El árbol del
campo dará su fruto y la tierra dará su cosecha, y ellos estarán seguros en su territorio.
Sabrán que yo soy el Señor cuando haga saltar las coyundas de su yugo y los libre del
poder de los tiranos. No volverán a ser botín de las naciones, ni los devorarán las fieras
del campo; vivirán seguros, sin sobresaltos.
Les daré un plantío famoso: no volverá a haber víctimas del hambre en el país, ni
tendrán que soportar la burla de los pueblos. Y sabrán que yo, el Señor, soy su Dios y
ellos son mi pueblo, la casa de Israel -oráculo del Señor-. Vosotros sois rebaño mío, ovejas
de mi grey; y yo soy vuestro Dios. -Lo dice el Señor-.»

Responsorio Ez 34, 12. 13, 14; Jn 10, 10

R. Libraré a mis ovejas y las sacaré de todos los lugares por donde se dispersaron en un
día de oscuridad y nubarrones, y las traeré a su tierra. * Las apacentaré en ricos
pastizales.
V. Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
R. Las apacentaré en ricos pastizales.

Segunda Lectura

De las Conferencias de santo Tomás de Aquino, presbítero
(Conferencia sobre el Credo: Opuscula theologica 2, Turm 1954, pp. 216-217)

ME SACIARÉ DE TU SEMBLANTE

Adecuadamente termina el Símbolo, resumen de nuestra fe, con aquellas palabras: "La
vida perdurable. Amén." Porque esta vida perdurable es el término de todos nuestros
deseos.
La vida perdurable consiste, primariamente, en nuestra unión con Dios, ya que el
mismo Dios en persona es el premio y el término de todas nuestras fatigas: Yo soy tu
escudo y tu paga abundante.
Esta unión consiste en la visión perfecta: Ahora vemos confusamente en un espejo;
entonces veremos cara a cara. También consiste en la suprema alabanza, como dice el
profeta: Allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias al son de instrumentos.
Consiste, asimismo, en la perfecta satisfacción de nuestros deseos, ya que allí los
bienaventurados tendrán más de lo que deseaban o esperaban. La razón de ello es porque
en esta vida nadie puede satisfacer sus deseos y ninguna cosa creada puede saciar nunca
el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces, hasta el infinito; por esto, el
hombre no puede hallar su descanso más que en Dios, como dice san Agustín: "Nos has
hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no hallará reposo hasta que descanse en ti".
Los santos, en la patria celestial, poseerán a Dios de un modo perfecto, y, por esto, sus
deseos quedarán saciados y tendrán más aún de lo que deseaban. Por esto, dice el Señor:
Entra en el gozo de tu Señor. Y san Agustín dice: "Todo el gozo no cabrá en todos, pero
todos verán colmado su gozo. Me saciaré de tu semblante; y también: Él sacia de bienes
tus anhelos."

Todo lo que hay de deleitable se encuentra allí superabundantemente. Si se desean los
deleites, allí se encuentra el supremo y perfectísimo deleite, pues procede de Dios, sumo
bien: Alegría perpetua a tu derecha.
La vida perdurable consiste, también, en la amable compañía de todos los
bienaventurados, compañía sumamente agradable, ya que cada cual verá a los demás
bienaventurados participar de sus mismos bienes. Todos, en efecto, amarán a los demás
como a sí mismos, y, por esto, se alegrarán del bien de los demás como el suyo propio.
Con lo cual, la alegría y el gozo de cada uno se verán aumentados con el gozo de todos.

Responsorio Sal 16, 15; 1 Co 13, 12

R. Con mi apelación vengo a tu presencia, * y al despertar me saciaré de tu semblante.
V. Ahora conozco a Dios imperfectamente, pero entonces lo conoceré como soy por él
conocido.
R. Y al despertar me saciaré de tu semblante.

Oración

Oremos:

Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte
a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo
, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

Conclusión

Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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