Las sagradas Escrituras celebran la belleza del Carmelo, donde el profeta Elías defendió la pureza de la fe de Israel en el Dios vivo. En el siglo XII, algunos eremitas se retiraron a aquel monte, constituyendo más tarde una Orden dedicada a la vida contemplativa, bajo el patrocinio de la Virgen María.
El siguiente es el formulario que corresponde a oficio de lectura de la liturgia de las horas para NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN el día de mañana, miércoles, 16 de julio de 2025. Otras celebraciones del día: MIÉRCOLES XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO .
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Alegría de los que entran en el templo
El Señor manda que los redimidos entonen un himno de victoria. (S. Atanasio)
Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con aclamaciones.
(Se repite la antífona)
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
(Se repite la antífona)
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
(Se repite la antífona)
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Que todos los pueblos alaben al Señor
Sabed que la salvación de Dios se envía los gentiles. (Hch 28,28)
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
(Se repite la antífona)
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
(Se repite la antífona)
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
(Se repite la antífona)
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
(Se repite la antífona)
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Entrada solemne de Dios en su templo
Las puertas del cielo se abren ante Cristo que, como hombre, sube al cielo. (S. Ireneo)
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
(Se repite la antífona)
—¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
(Se repite la antífona)
—El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
(Se repite la antífona)
—Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
(Se repite la antífona)
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
(Se repite la antífona)
—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
(Se repite la antífona)
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
(Se repite la antífona)
—¿Quién es ese Rey de la gloria?
—El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.
Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;
en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.
Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén.
Antífona 1: María ha recibido la bendición del Señor y la misericordia de Dios, su salvador.
Salmo 23
ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
— ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
— El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
— Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
— ¿Quién es ese Rey de la gloria?
— El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
— ¿Quién es ese Rey de la gloria?
— El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Antífona 2: El Altísimo consagra su morada.
Salmo 45
DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
el Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios lo socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
"Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos,
más alto que la tierra".
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Antífona 3: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María!
Salmo 86
HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
"Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí".
Se dirá de Sión: "uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado".
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
"Éste ha nacido allí".
Y cantarán mientras danzan:
"todas mis fuerzas están en ti"
V. Dichosos los que escuchan la palabra de Dios.
R. Y la cumplen.
Del primer libro de las Crónicas 17, 1-15
ORÁCULO DEL PROFETA NATÁN
En aquellos días, morando ya David en su casa, dijo a Natán, profeta:
«Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el arca de la alianza del Señor está
bajo pieles.»
Respondió Natán a David:
«Haz todo cuanto tienes en tu corazón, porque Dios está contigo.»
Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán en estos términos:
«Vete y di a mi siervo David: Así dice el Señor: No serás tú quien me edifique Casa para
que habite yo en ella. Pues no he habitado en casa alguna desde el día en que hice subir
a los israelitas hasta el día de hoy; sino que he andado de tienda en tienda y de morada
en morada. En todo el tiempo que he ido de un lado para otro con todo Israel, ¿he dicho
acaso a alguno de los Jueces de Israel, a los que mandé me apacentaran a mi pueblo: Por
qué no me edificáis una Casa de cedro?
Di, pues, ahora esto a mi siervo David:
Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño,
para que seas caudillo de mi pueblo Israel. He estado contigo donde quiera que has ido,
he eliminado a todos tus enemigos de delante de ti y voy a hacerte un nombre grande
como el nombre de los grandes de la tierra. Fijaré un lugar a mi pueblo Israel, y lo
plantaré allí para que more en él; no será ya perturbado, y los malhechores no seguirán
oprimiéndole como al principio, y como en los días en que instituí Jueces sobre mi pueblo
Israel. Someteré a todos tus enemigos. El Señor te anuncia que te edificará una casa.
Cuando se cumplan tus días para ir con tus padres, afirmaré después de ti la
descendencia que saldrá de tus entrañas y consolidaré su reino. Él me edificará una casa y
yo afirmaré su trono para siempre. Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo, y
no apartaré de él mi amor, como le aparté de aquel que fue antes de ti. Yo le estableceré
en mi casa y en mi reino para siempre, y su trono estará firme eternamente.»
Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, habló Natán a David.
R. Bienaventurada eres, Virgen María, por haber llevado al Señor, creador del mundo. * Engendraste al que te hizo, y permaneces virgen para siempre.
V. Alégrate, María, llena de gracia; el Señor está contigo.
R. Engendraste al que te hizo, y permaneces virgen para siempre.
De los sermones de san León Magno, papa
(Sermón 1 en la Natividad del Señor, 2. 3: PL 54,191-192)
MARÍA, ANTES DE CONCEBIR CORPORALMENTE, CONCIBIÓ EN SU ESPÍRITU
Dios elige a una virgen de la descendencia real de David; y esta virgen,
destinada a llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación, antes de
concebir corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, la concibió en su
espíritu. Y, para que no se espantara, ignorando los designios divinos, al
observar en su cuerpo unos cambios inesperados, conoce, por la conversación
con el ángel, lo que el Espíritu Santo ha de operar en ella. Y la que ha de ser
Madre de Dios confía en que su virginidad ha de permanecer sin detrimento.
¿Por qué había de dudar de este nuevo género de concepción, si se le promete
que el Altísimo pondrá en juego su poder? Su fe y su confianza quedan,
además, confirmadas cuando el ángel le da una prueba de la eficacia
maravillosa de este poder divino, haciéndole saber que Isabel ha obtenido
también una inesperada fecundidad: el que es capaz de hacer concebir a una
mujer estéril puede hacer lo mismo con una mujer virgen.
Así, pues, el Verbo de Dios, que es Dios, el Hijo de Dios, que en el principio
estaba junto a Dios, por medio del cual se hizo todo, y sin el cual no se hizo
nada, se hace hombre para librar al hombre de la muerte eterna; se abaja
hasta asumir nuestra pequeñez, sin menguar por ello su majestad, de tal
modo que, permaneciendo lo que era y asumiendo lo que no era, une la
auténtica condición de esclavo a su condición divina, por la que es igual al
Padre; la unión que establece entre ambas naturalezas es tan admirable, que
ni la gloria de la divinidad absorbe la humanidad, ni la humanidad disminuye
en nada la divinidad.
Quedando, pues, a salvo el carácter propio de cada una de las naturalezas, y
unidas ambas en una sola persona, la majestad asume la humildad, el poder la
debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contraída por
nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza
pasible, Dios verdadero y hombre verdadero se conjugan armoniosamente en
la única persona del Señor; de este modo, tal como convenía para nuestro
remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres pudo a la vez
morir y resucitar, por la conjunción en él de esta doble condición. Con razón,
pues, este nacimiento salvador había de dejar intacta la virginidad de la
madre, ya que fue a la vez salvaguarda del pudor y alumbramiento de la
verdad.
Tal era, amadísimos, la clase de nacimiento que convenía a Cristo, fuerza y
sabiduría de Dios; con él se mostró igual a nosotros por su humanidad,
superior a nosotros por su divinidad. Si no hubiera sido Dios verdadero, no
hubiera podido remediar nuestra situación; si no hubiera sido hombre
verdadero, no hubiera podido darnos ejemplo.
Por eso, al nacer el Señor, los ángeles cantan llenos de gozo: Gloria a Dios en
el cielo, y proclaman: y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Ellos
ven, en efecto, que la Jerusalén celestial se va edificando por medio de todas
las naciones del orbe. ¿Cómo, pues, no habría de alegrarse la pequeñez
humana ante esta obra inenarrable de la misericordia divina, cuando incluso
los coros sublimes de los ángeles encontraban en ella un gozo tan intenso?
R. Celebremos la festividad de la gloriosa Virgen María, en cuya humildad puso
el Señor sus ojos; * ella concibió al Salvador del mundo, como el ángel lo
anunció.
V. Cantemos alabanzas a Cristo en este día, al celebrar las glorias de la
admirable Madre de Dios.
R. Ella concibió al Salvador del mundo, como el ángel lo anunció.
Oremos:
Te suplicamos, Señor, que por la poderosa intercesión de la Virgen María, en su advocación del monte Carmelo, nos ayude y nos haga llegar hasta Cristo, monte de salvación. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Después de la oración conclusiva, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.